Me gusta pensar que es el estrés: esto de vivir todos los días apretujando los minutos para poder terminar todo aquello que empiezo. A veces, también me gusta pensar que es falta de inspiración: mis musas deben haberse ido a hacer el Camino de Santiago por mí. Sin embargo, la posibilidad más aterradora, la que me hiela la sangre, es la de que no escribo, ni más ni menos, que porque no tengo nada que contar. Da miedo, ¿eh?
Invéntate tu vida chica!
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