domingo, 6 de diciembre de 2009

¿Cuál es la diferencia?

Llorar, reír, saltar o jugar. ¿Cuál es la diferencia entre hacer o no estas cosas? Ninguna, no la hay. Tomo el 3 como cada lunes, tengo que estar pronto allí, tengo que estudiar, tengo que atender...He llenado mi lista de cosas por hacer, para ver si en algún momento de mi vida puedo dejar de pensar en ti y sentirte como una agujero vacío en mi cuerpo. Pero siempre paso delante de tu casa los lunes, y no puedo evitar que se me salten las lágrimas y me lleve la desazón por esos derroteros que solo ella conoce. Y, al volver a mi casa a las diez de la noche, paso por delante del BK, y de nuevo es tu ausencia la que va sentada conmigo. Estoy medio muerta después de todo un día fuera, no puedo más, estoy harta, con un dolor de cabeza de tres pares, ¿por qué no puedes dejar de dolerme, siquiera un segundo?
Dices que comprendes cómo me siento, pero francamente, lo dudo tanto...No dudo de mi importancia en tu vida, pero no podrás sentirte tan vacía como yo ahora que escribo estar líneas. Ni pasarás por delante de mi casa y llorarás. Yo no tengo casa, y no tengo nada desde que te has ido. Nada. Me mato a hacer lo que sea, no importa, pero estoy llena de nada.
Supongo que intento empatizar para dejar de culparte por hacerme tan infeliz, pero por más que lo intento no logro saber las razones que te llevaron a marcharte. Y, si hubiera sido al contrario, yo no podría haberme marchado, simplemente porque tú eres mi corazón, mi vida, todo lo bueno que hay en mi. Y ahora que te has ido nadie me ve, solo estoy porque a mi estúpido corazón no le ha dado por dejar de bombear sangre. Tanto tiempo siendo solo tuya, que no sé lo que es ni siquiera yo misma. No hay nada que se pueda hacer por mí, vacía por dentro, soy solo un juguete de lo que quieras hacer conmigo. Cuanto más tiempo pasa, más te doy, más vacía me siento, como si te estuvieras quedando poco a poco conmigo. Solo me queda esperar que un día te des cuenta de hasta qué punto me enamoré de ti cuando te vi por primera vez y sepas demostrarme por fin todo ese amor que dices sentir. Mientras tanto, supongo que seguiré respirarando y volviendo a mi casa a horas intempestivas, con tu ausencia de la mano.
.G.

sábado, 28 de noviembre de 2009

La cuarta entrada

Debo ser una persona horrible, de esas que nadie quiere encontrar en su camino. Mis ojos parecen indicar "aléjate de mí", como si llevara una señal luminosa en mi frente que alertase a la gente de hasta qué punto debería estar lejos para comenzar a sentirse a salvo.
Lo peor, lo realmente terrible, es que voy camuflada de persona maravillosa y comprensiva. Mentiras, patrañas. No soy más que una niña egoísta que jamás tendrá lo que busca, que no es, ni más ni menos, que un lugar en el mundo. Sé dónde está el mío, y sé cómo llegar a él. Pero¿por cuantas personas tendré que pasar para lograrlo? Todo aquel que se interponga en mi camino, lo hará en vano. Rodearé, o me haré la indiferente, que tan bien se me da. Pero nada más importa, solo llegar allí, estar con ella...
Me pregunto, y tal vez sea mi mayor temor, si no me ocurrirá lo mismo una vez que esté junto a ella. Si llegará un momento en el que no me importe lo que ella piense, en que me sea indiferente. Sé que la amo, así como soy consciente de la veleidad de este sentimiento. Tras muchos años de convivencia, resulta prácticamente imposible mantener la "chispa" del principio. No quiero que mi relación con ella se deteriore, se convierta en algo banal o interesado. Lo único verdaderamente puro y trascendente de mi vida ha sido conocerla. Y no podré soportar que se trastoque en algo rutinario. No podría.
Aún así, no puedo evitar rogarle que vuelva, por lo que más quiera. Porque no está y yo me siento vacía y fuera de lugar. A sabiendas de que me sentiré culpable el resto de mi vida, se lo imploro una y otra vez. No tengo remedio. Soy así.
Al fin y al cabo, no se puede pedir más de una persona como yo...

domingo, 8 de noviembre de 2009

La tercera entrada

Si las cosas fueran fáciles, todo el mundo las tendría. Esa es la única conclusión a la que llego después de tanto tiempo luchando contra prejuicios, gentuza, contra mi misma...Y sé que hay momentos en los que me canso y quiero dejarlo todo, y este es uno de ellos. Esos en los que me puede el desánimo y la confusión, y lo único que quiero es alejarme del mundo y desaparecer el tiempo suficiente como para que los pedazos de mi corazón se reparen y así pueda volver a latir sin bombear este dolor que sube por los brazos e invade mi cuerpo conforme pasan los días. Y de verdad que necesito respirar, y saber si mi vida será mejor o no sin tu presencia constante. Llevo tanto tiempo siendo tuya que ya no sé ser simplemente yo misma, necesito recuperar esa parte de mí misma que me falta en estos momentos en los que no estás. La que debería atenazarme a seguir con mi vida, la que tan necesaria se vuelve ahora, esa que te llevaste cuando inundaste mi vida con tu sonrisa y que ahora se niega a regresar. Aun recuerdo aqul día, negro para mí:

Las cosas marchaban como yo quería, más o menos. Quitando la influencia de esa gordinflona manipuladora, tengo a mi niña de mejor amiga, ¿qué más puedo pedir?
De repente, otra vez esa bruja, se acerca a MI chica y le empieza a susurrar cosas. Mi mente malévola empieza a trazar planes para asesinarla sin que nadie se entere, el crimer perfecto, sin darme cuenta de que, quizá, lo que estén hablando no sea de me concierna a mí, pero sea plenamente de mi incumbencia. Las dos cuchichean. Al cabo de un rato, cuando esa zorra se ha ido a joderle la vida a otra, por fin mi chiquitina(que es más grande que yo, pero ese detalle no importa)se acerca a mí y me baja al mundo real, ése que hace meses que yo no quiero ver, pero que siempre ha estado allí:
-Dice que le gusto a Carlos.
Y yo vuelvo, y de qué manera, a darme cuenta de que las cosas, por mucho que me joda, están así.
Procuro olvidar esas palabras, esconderlas tan dentro de mí que dejen de dolerme, pero no puedo. Retumban en mi cabeza y se hacen eco por todo mi cuerpo, abotargando mis sentidos, haciendo que ver me cueste, que tocar me duela...
Y sigo, avanzando, arriba, abajo, preguntándome en qué momento del camino dejé mis sentimientos tan al descubierto como para que ahora no pueda devolverlos a la superficie. Y duele, claro que duele.




martes, 3 de noviembre de 2009

La segunda entrada

Hoy es uno de esos días en los que, mire donde mire, sola la veo a ella. Está en el reflejo del cristal, en el viento que sopla fuerte, en mis apuntes desordenados. Confío en no estar loca del todo, sino en que sea un día transitorio en que la melancolía se apodera de mí y me obliga a mirar a mi alrededor y darme cuenta de que no está. No es tanto el pensamiento constante que martilleaba mi mente al comienzo, sino recorrer calles y placitas y saber que no me sostiene con sus fuertes brazos, y no es su paso ligero el que me acompaña en el camino. Y es en esos momentos cuando más la extraño, y cuando tantos y tantos recuerdos acuden a mi mente...

Estoy nerviosa, creo que voy a vomitar en cualquier momento. Me siento, me levanto, voy al baño, me lavo los dientes, voy al ordenador, juego con un clip, lo transformo en corazón...
Por fin llaman al timbre. Voy corriendo, casi levito sobre las baldosas de la cocina y abro la puerta por fin. Veo su rostro, sus ojos marrones fijos en mi, y no puedo menos que sonreír, y sentime inmensamente afortunada por tenerla allí conmigo.
Lleva una camiseta verde con rayas blancas, y con un escotazo al que, una que no es de piedra, no puede evitar echar alguna que otra mirada. La invito a pasar con celeridad, confiando en tenerla en mi territorio lo antes posible: instinto animal que le llaman. Cierro la puerta y me giro rápidamente, agarrando su cintura y pegándola a mi todo lo posible. No puedo más y poso mis labios en los suyos en un roce ligero. Separo mi cara de la suya y la beso en la mejilla, sonriendo de nuevo. La imagen de mi misma en ese instante es la de qus soy una paleta de mucho cuidado, en cambio ella es la más hermosa mujer que yo veré jamás. Tomo su mano, con delicadeza, como si fuese mi mayor tesoro, que lo es. La llevo a mi habitación y nos sentamos en la silla, yo debajo, ella sobre mis muslos, y llevo mi manos sobre su cintura, atrayéndola hacia mí. Sonrío y miramos el tuenti, y vagueamos y perdemos el tiempo que ahoa descubro tan valioso. Me canso rápido de este jueguecito tonto nuestro, me levanto, me siento, siempre igual, la historia de mi vida es caminar de sitio a sitio, nunca quieta. Me tiro en la cama, confiando en que no tarde en venir a hacerme caso. Y así sucede, siempre igual, mi amor vuelve a mi, por muy cenutria que sea, por muy mal que me haya comportado allí estará ella para iluminar mi vida con su aliento y hacerme sentir que verdaderamente merezco ser tan feliz como soy. Se sienta a mi lado y me mira a los ojos. Probablemente diríamos muchas más cosas aquella tarde, pero lo único que recuerdo, siempre, hasta en los momentos de bajón en nuestra relación es aquella pequeña conversación:
-No sé, supongo, pero me siento culpable por todo lo que ha pasado, y además, no estás enamorada de mí. Joder, soy lo peor.-digo, y espero que diciéndolo en voz alta deje de martillearme este pensamiento.
Ella no dijo nada, absolutamente nada. Solo miró hacia mi mesita de noche, y yo lo supe. Y sentí tal estallido de emociones en mi estómago que creí que iba a morirme de amor, de felicidad.
-Porque no estás enamorada de mí, ¿verdad?pregunto estúpidamente, con una sonrisa que eclipsaría al mejor y más grande buzón del mundo.
Ella me mira, esta vez si, y el mundo ha acabado para mí. Porque llevo dos años soñando con escuchar esas dos palabras que, ahora descubro, no son para nada importantes, sino todo el sentimiento que enmascaran, el mismo que me hace sentir que formo parte del mundo y de las cosas del mundo. Porque ella me sonríe de nuevo, y me ama, y es todo lo que yo necesito ver, incluso antes de que pronuncie estas dos palabras que trato, día a día, de terminar de creer.
-Te amo.

.G.

lunes, 2 de noviembre de 2009

La primera entrada

Ahora que por fin se ha ido a dormir, por fin puedo escribir tranquila.
Escribir que sin su aliento mis dedos no pueden componer nada hermoso, porque necesitan su imagen para tomarla de modelo. A pesar de ello, de la distancia, la incertidumbre del futuro...las cosas son las que son, y así seguirán siendo. Aun con el temor de equivocarme al formular esta frase en un mundo tan cambiante como el nuestro, sé que, como dijo Aristóteles, en todo cambio hay algo que permanece, y en el trasncurso de los acontecimientos, ella siempre estuvo, fiera e incansable, en el lugar en mi corazón que le correspondía por derecho. Ella es ese algo que no cambia y que se traduce en esencia, y por más que intente negárselo a ella, al mundo, o, lo que es peor, a mi misma, las dos sabremos que esto es lo que hay:

LLega tarde, y llevo esperando ya algunos minutos. Intento mantener la calma relajar la respiración...pero todo cuanto consigo es perder ese tiempo valioso entre mirada y mirada a la pantalla del teléfono movil que me indica que llega un minuto más tarde. Observo a chicas, intercambiables unas con otras, semejantes en vestimenta, tamaño, gustos, música...Incluso en esos momentos de mi delirio apenas caigo en la cuenta de si hay o no rasgos que las distingan. Pasan a mi lado, unas altivas, otras esquivas, y yo me sigo mordiendo las uñas intentando por todos los medios no comenzar a pensar en que me haya dejado allí tirada. "No por favor, otro desengaño no", pienso una y otra vez, rezando a alguien en quien no creo con ferviente esperanza de que me oiga. He intentado controlarme por todos los medios, pero no puedo más. Tomo de nuevo mi teléfono, que a estas alturas está lleno de huellas de tanto pulsar las teclas, y marco su número. "pi...pi...pi..."
-¿Si?
-¿Paula?
-Si, claro. ¿Quién es?
-Soy yo, ¿no te acuerdas? Habíamos quedado esta tarde. Para tomar algo.
-Ahi va-dice, y oigo como se lleva una de las manos a la frente.-Lo siento, me fui a casa de Laura, se me olvidó por completo...
En ese momento, no hay rezo que valga. Mi corazón se he quedado mudito, y parece dispuesto a no volver a hablar, si no fuera porque la oigo de nuevo.
-Bueno, ¿qué te parece si quedamos en el Alimerka ahora y te compenso?
"pum, pum, pum, pum", parece que ambos volvemos a la vida.
-Genial, allí te veo.
Cuelgo rápido, por miedo a que perciba la violencia que se esconde tras cada poro de mi piel. "Otra vez igual, exactamente lo mismo". Frustrada, recorro el camino que me lleva del centro comercial al Alimerka en un abrir y cerrar de ojos. No hay suerte, aun no ha llegado, y, viendo lo visto, la cosa va para largo. Me debato entre la posibilidad de entrar y comprarme algo rico para comer o permanecer allí por miedo a que pase y no me encuentre. Y de nuevo la rabia me llena al darme cuenta de que ni siquiera se acuerda de que hemos quedado, y yo estoy como una panoli sentada al lado de un ceda el paso, esperando a que llegue,con el latido incontrolable de mi corazón y sin más uñas que se puedan morder, exceptuando las de los pies, claro.
Y aparece, más hermosa e irreductible que nunca, con esa sudadera celeste que hace resaltar el tono moreno de su piel. Y es en ese momento, yo en el ceda el paso, ella acercándose lentamente, como queriendo postergar el momento de nuestro reencuentro, en entonces cuando caigo en la cuenta de que estoy irremisiblemente abocada a enamorarme de ella. No creo en el destino, pero sé que aquella tarde, cuando la miré a los ojos y me di cuenta de que nada más existía, ni mi enfado, ni el super, ni la señal, solo sus ojos negros que me miraban amistosos, y mi corazón, que se había quedado prendado de ellos, entonces supe que sería suya para siempre, independientemente de cómo se desarrollaran los acontecimientos.

.G.

Amueblando el blog

No es la primera vez que escribo en un "cacharro" de estos, pero mi anterior blog comenzó a cansarme y he decidido pasarme a este, un futuro nuevo abierto a muchas posibilidades. ¡Brindemos por un mejor comienzo!