lunes, 25 de abril de 2011

Tic Tac

Tic Tac.
Veo la hoja de la guillotina demasiado lejos como para empezar a preocuparme. Voy de botellón. Disfruto el día a día. Carpe diem para los latinos. Por el camino me entretengo. No hay apenas recuerdos que merezcan la pena: solo un inicio débil, rodeado de espesa niebla.
Tic Tac.
¡Ha caído deprisa! Demasiado deprisa, según mi parecer. Empiezo la universidad. La conozco y me enamoro. Cambia mi vida. La llevo al cine. Hacemos el amor. Recuerdo su rostro hermoso: hoyuelos y ojos marrones. No necesito más.
Tic Tac.
Trabajo, trabajo y trabajo. Ni siquiera me he percatado esta vez del descenso del filo. Quiero más: una casa más grande, un coche más rápido, más familia. Recuerdo con nostalgia, por primera vez. Siento un anhelo, ligero, de un pasado sin responsabilidades. Rememoro a mi abuela: hermosa e infatigable. ¿Qué haré yo sin ella?
Tic Tac.
No todo en esta vida es material, me digo. Pero intento poner barreras entre el tiempo y yo: me compro un nuevo cuello, por si acaso se puede ajustar, me pongo difícil. De nada sirve, la hoja caerá cuando llegue su momento. Lloro. Disfruto de mi familia. De los últimos años de lucidez de mi madre. Leo la juventud de mis hijos, que ya no encuentro en mí misma. Se me antoja esta situación como una broma cruel. ¿De quién?
Tic Tac.
Angustia. Angustia. Angustia. No hay protecciones que valgan. Lo siento rozar contra mi cuello, y es tan cortante que el dos segundos podrá cercenar aquello que encontrará a su paso. No sirven enfados. Miro a mi mujer y me enorgullezco de lo que he creado. Grabo en vídeo las funciones escolares de mis nietos. Soy testigo del cambio de ciclo.
Me como mi soledad en pedacitos muy pequeños, pero siempre se me atraganta. Los recuerdo a todos, incluidos los presentes, con una nitidez hasta ahora desconocida: mi abuela, mi madre, mis hijas, mis nietas. El superhombre ha muerto; ¡Viva Dios!
Tic Tac.


.G.

jueves, 21 de abril de 2011

Los diez mandamientos.

1. Te mandaré todos los días tu mensaje de buenas noches, para que puedas dormir y sepas que yo soñaré contigo.
2. Me despertaré todos los días pensando en ti.
3. Disfrutaré siempre de tu cara de niña buena, y de tus pelos de león.
4. Me reiré de tu cara "mmm, mi mamá hace unos bollos..."
5. Me acordaré de tu regalo de San Valentín, cumpleaños, aniversario... antes de enfadarme contigo por una gilipollez. Me acordaré también de nuestros domingos viendo pelis, y del día en que por uno de mis antojos fuiste hasta el BK a por un brownie de chocolate.
6. Miraré tus ojos marrones con mota antes de tomar cualquier tipo de decisión.
7. Me enamoraré de ti cada vez que te vea con corbata.
8. Iré a verte "procesionando" año tras año, aunque se me caigan los pasos encima...
9. Dejaré que me engordes con tu dulzura.
10. Te amaré, siempre.

.G.


sábado, 9 de abril de 2011

Elecciones.

Empapelan la ciudad para vendernos una moto que ya hace tiempo no arranca. Nos exponen sus sonrisas falsas y sistemáticas como si fuéramos a picar a estas alturas de nuestras vidas. Tratan de engañarnos con inauguraciones tardías de servicios que necesitábamos diez años atrás. Crean esa necesidad de elección con sus palabras de prestidigitador, de forma que sientas la urgencia de posarte a un lado u otro de la línea, pretendiendo diferenciarse a toda costa, cuando la oquedad que subyace es tan evidente que se filtra por sus pies y llena el ambiente de vaho y sinsentido.
Me vendéis las sonrisas falsas, y las verdaderas, mientras esperáis a que ponga todo en un lado de la balanza, el que más me pese: aciertos y desaciertos, virtudes y defectos. Inauguráis vuestros propios servicios, y os enorgullecéis de cortar la tira roja con vuestras tijeras, y no otras, las vuestras. Habláis sin parar de futuros y pasados que no están aquí, y que dudo mucho que estén. Fingís que no os importa, que mi voto es otro más, que vuestra urna está ya más que llena.
Ni una, ni otra situación. Las elecciones son siempre crueles, porque hay alguien que sale perdiendo: bien porque nunca mereció nada, bien porque lo mereció todo. "Elegir significaba abandonar un camino y dejar otro". Elegir significa caer en la noción de equivocarse, de responsabilizarse de los propios errores. Elegir significa exclusividad. Elegir significa, amigo, que estás jodido por todas partes.