viernes, 12 de febrero de 2010

El problema raíz.

Supongo que hay personas a las que les resulta más sencillo que a otras; llegar a casa, tener la cena hecha, algo entretenido que ver en la tele...¿Y no hay más? ¿A esto se reduce nuestra existencia?
Hace años, en mi clase de filosofía, el profesor preguntó ¿cómo creéis que será después de morir? ¿Habrá algo más allá? No soy de creer en dioses que me salven. En realidad, no sé en qué creer. Podría decidirme a confiar en mí, pero no soy lo suficientemente buena, ni lo suficientemente valiente. Así que supongo que lo que me queda es "el resto", los demás integrantes del mundo...Pero tampoco son, ni mucho menos, lo suficientemente buenos.
Y, tras muchas vueltas, por fin he conseguido dar con el problema que tantos cigarrillos me ha consumido, y tantas noches me ha mantenido en vela: no creo en nada. Dios no vendrá a salvarme, yo, apenas soy una burda persona entre siete millones, inválida en el sentido global de la palabra, inútil, imposible. Y los demás...¿qué decir de ellos? Conforma una realidad distorsionada y cruel.
Esto es el fin, ya nadie puede ayudarnos.